Miles de aves mueren electrocutadas.

Cada año, miles de aves mueren electrocutadas en los tendidos eléctricos.

No es una tragedia inevitable: es una consecuencia directa de la falta de medidas de protección en los apoyos.

Desde AMUS llevamos años denunciando este problema y trabajando en la recuperación de las víctimas. Pero no basta con curar —hay que prevenir.

Pedimos a las compañías eléctricas que asuman su responsabilidad y actúen ya: que aíslen los apoyos peligrosos, que revisen sus líneas, que eviten más muertes.

La solución existe.