El cuervo común (Corvus corax), una de las especies que más visita durante los meses de invierno los puntos de alimentación suplementaria que gestionamos en la provincia de Badajoz, es un ave inteligente, astuta y altamente adaptable. Su carácter es oportunista, lo que le permite explotar una amplia variedad de recursos alimenticios. Aunque puede vivir en parejas territoriales durante la época de cría, los individuos jóvenes y no reproductores tienden a formar grupos, especialmente en zonas donde hay abundante alimento. Son aves muy vocales y emplean una gran variedad de sonidos para comunicarse, incluyendo llamadas de advertencia, reclamos de contacto y hasta imitaciones de otros animales. Su inteligencia se manifiesta, entre otras, en la memoria espacial para recordar ubicaciones de recursos durante largos períodos.
En cuanto a su interacción con otras especies, los cuervos compiten con rapaces y otros carroñeros por la comida. Suelen seguir a buitres, águilas y milanos hasta las carroñas y, aunque no pueden abrir una carcasa gruesa por sí solos, esperan a que los buitres lo hagan para luego aprovechar los restos. En ocasiones, se agrupan para acosar a rapaces más grandes, como águilas o buitres solitarios, con el fin de robarles la comida. También utilizan estrategias de distracción para obtener alimento sin entrar en combate directo. Con otras especies de córvidos, como urracas y grajillas, los cuervos suelen imponerse debido a su mayor tamaño y fuerza, asegurándose el acceso a los mejores recursos.
En general, los cuervos destacan por su capacidad para adaptarse y manipular su entorno en beneficio propio, mostrando una combinación de astucia, cooperación ocasional y competencia agresiva cuando es necesario. Los cuervos proporcionan importantes servicios ecosistémicos que benefician tanto a los ecosistemas naturales como a los entornos humanizados. Como carroñeros, desempeñan un papel crucial en la limpieza del medio ambiente al consumir restos de animales muertos, reduciendo la propagación de enfermedades y facilitando el reciclaje de nutrientes. También pueden contribuir en el control de plagas al alimentarse de insectos, pequeños roedores y otras especies que pueden afectar los cultivos, disminuyendo así la necesidad de pesticidas.
Aunque no son frugívoros especializados, en ocasiones consumen frutos y dispersan semillas a través de sus excrementos o al almacenar alimento, favoreciendo la regeneración de la vegetación. Además, su capacidad para construir grandes nidos en árboles o estructuras elevadas proporciona refugio a otras especies que pueden reutilizarlos para anidar. En términos de regulación ecológica, los cuervos también influyen en las poblaciones de otras especies al depredar huevos y polluelos de aves más pequeñas, lo que forma parte del equilibrio natural de los ecosistemas. Finalmente, al ser aves altamente adaptables y oportunistas, los cambios en sus poblaciones pueden servir como indicadores de la salud ambiental, reflejando alteraciones en la disponibilidad de recursos o niveles de contaminación.

