El buitre leonado (Gyps fulvus) es una especie de ave carroñera característica de zonas montañosas y escarpadas, cuya etapa juvenil presenta comportamientos distintivos durante los meses de otoño e invierno. En otoño (octubre y noviembre), los adultos suelen centrarse en la preparación para la temporada de cría. Durante este periodo, es común observar comportamientos de cortejo, que incluyen vuelos sincronizados, exhibiciones en los nidos y el fortalecimiento de los lazos de pareja. Los buitres leonados son monógamos y regresan al mismo territorio cada año, mostrando fidelidad tanto a su pareja como al lugar donde anidan.
En este periodo, los juveniles suelen separarse de las colonias reproductoras donde nacieron, iniciando una etapa de dispersión exploratoria. Este comportamiento tiene como objetivo la búsqueda de nuevos territorios y recursos, lo que les permite evitar la competencia directa con los adultos por el alimento. Durante esta etapa, los jóvenes pueden recorrer distancias significativas, llegando a zonas alejadas de sus lugares de origen, e incluso a regiones con ecosistemas distintos, como llanuras o áreas más bajas.
Los juveniles de buitre leonado son más erráticos en sus movimientos en comparación con los adultos. Aprovechan corrientes térmicas para desplazarse de forma eficiente y pasan buena parte del tiempo explorando nuevos puntos de alimentación. Sin embargo, debido a su inexperiencia, pueden enfrentarse a dificultades para localizar carroña de manera efectiva, lo que a veces los lleva a competir con otras especies carroñeras o a merodear en áreas urbanas donde encuentran restos de alimento.
Durante estos meses, también se observa un aprendizaje continuo. Los jóvenes desarrollan habilidades para identificar fuentes de alimento y mejorar su navegación. Además, comienzan a interactuar más con otros buitres juveniles, formando grupos que les ofrecen cierta ventaja al localizar carroña.
Es sencillo reconocerlos en las imágenes por su pico aún negro, el color oscuro del iris, su gola rojiza y algo despareja. Los ejemplares adultos, en cambio, tienen el pico de color blanco hueso, el iris con tonos ambarinos, la gola luce más blanca y algodonosa y la cola es más corta.
La etapa invernal (diciembre a febrero) es particularmente desafiante, ya que la disponibilidad de alimento puede ser limitada en algunas áreas, lo que incrementa los desplazamientos en busca de sustento. A pesar de ello, los juveniles muestran una notable capacidad de adaptación, clave para su supervivencia en esta etapa temprana de vida.
Es por esto que los puntos de alimentación suplementaria suponen una herramienta clave para la conservación de ésta y tantas otras especies de aves necrófagas.