Con la llegada de la temporada de cría, cambian las especies que principalmente visitan los muladares, y también cambia la frecuencia de las visitas. La mayoría de los milanos reales que nos visitan durante el invierno ya están de regreso en sus regiones de cría en Europa, incluidos algunos ejemplares que han sido recuperados en el Hospital de AMUS y liberados provistos con emisor GPS. Los buitres, que a lo largo del invierno han acudido en pocas ocasiones, y escasos ejemplares, ya se dejan ver frecuentemente sobrevolando en densas columnas. Los milanos negros, relevan a los milanos reales al regresar de sus cuarteles de invernada en el Sahel, y decoran el cielo con sus picados nupciales. Tras emparejarse, se abastecen de lana como material secundario para sus nidos. Algunos esquivos ejemplares de alimoche nos sorprenden de vez en cuando, y en ocasiones, podemos conocer un poco de su historia gracias a una sencilla anilla de PVC (el ejemplar de la imagen fue anillado en su nido en Vizcaya en 2021). Los cuervos, siempre fieles, se cortejan y se alejan con los buches cargados de alimento que seguramente almacenarán escondido en las oquedades de alguna vieja encina. Rabilargos, currucas, estorninos, carboneros, abubillas y tarabillas hacen acopio de lana, pelo y plumas para sus nidos, y dan buena cuenta de las larvas que encuentran compartiendo la carroña con las grandes rapaces. Alguna cigüeña blanca se deja ver dispuesta a conformarse con prácticamente cualquier botín.
Con la llegada de los primeros pollitos, se cruzan en el aire los adultos que vienen y los que van, haciendo de los muladares una escena que no para desde primera hora de la mañana hasta que el sol se empieza a esconder.
La primavera llega como un torbellino y nos recuerda lo insignificantes y, al mismo tiempo, lo imprescindibles que somos los humanos a veces.